5 de diciembre de 2008

Ejercicio humorístico

Antes del breve chascarrillo...

Stephen King dijo una vez que no hay nada peor que una novela de humor que cause terror, y que una novela de terror que cause risa.

El escritor de cualquiera de estos dos géneros literarios, de hecho, debe tener una habilidad especial para enganchar al lector desde el principio mismo. No puede ni siquiera dejar pasar una página mal hecha, pues el interés se pierde.

Como un mero ejercicio mental, tuve la intención de escribir una novela cómica. Sin embargo, me topé con enormes dificultades. En primer lugar, no me víno la inspiración necesaria. Segundo, no me salió una novela, sino más bien un guión para alguna obra corta de teatro o televisión. Tercero, me topé con la poderosa influencia de Chespirito (a quien creo que con esto aquí escrito, no le llegué ni a los tobillos).

Con esto, me pude dar cuenta de que la labor de los humoristas o de quienes escriben con fino sarcasmo es sumamente difícil. Es probable que para ellos no sea complicado, pues ha de salirles de una forma espontánea. Tal es el caso del Moscardón...

En fin, en lo personal, desde que era niño me gustó leer y escribir literatura de suspenso. Esa, creo, es mi especialidad. Por eso, considero que el mejor reportaje que he escrito en el periódico en que trabajo es el titulado "Corredores de la muerte". Por supuesto, no pude ponerle todos los elementos que hubiera querido, por espacio y por cuestiones editoriales.

Creo que para un escritor de novelas de terror -como me quiero volver en mis tiempos libres-, era necesario recorrer un cementerio de noche, estar allí solo, experimentar el desamparo, escuchar los gritos de dolor que fueron atrapados por cada tumba e, incluso, oler los restos desagradables de un difunto, lo cual experimenté en Zacapa y que aún me causa asco.

Pues bien, aquí les pongo mi primer ejercicio cómico (es una especie de debut y despedida). Como dije antes, un pequeño guión de teatro o televisión. Felicitaciones a los humoristas, espero poder hacerlo algún día, pero coqueteando más con el sarcasmo o el humor negro, que es lo mismo.

Con el brujo

Toc, toc. Se abre la puerta. La habitación estaba impregnada por el humo de medio centenar de candelas y lleno de tétricas figuras católicas. Era el despacho de Teodoro Malagüero, un conocido brujo de Samayac, Suchitepéquez.

-Estoy en trance, señorita.

-Perdón, patrón. No quiero interrumpirlo de su plática con los muer….

-Cállese –ordenó el brujo-. ¿Qué no ve que estoy hablando por teléfono?

-¿Y no me acaba de decir que estaba en trance?

El brujo Malagüero hizo un fuerte suspiro y tapó el auricular del teléfono con su mano derecha.

-Sí señorita. Estoy en trance, pero en un trance con un amigo. Quiero vender una finca.

-¡Ah, bueno! Ahora entiendo.

-Dígame, ¿qué es lo que quiere?

-Es que viene un señor a verlo, que dice que quiere que le haga una limpia.

-Está bien, páselo adelante.

Malagüero se despidió de la persona al otro lado de la línea y le prometió llamarlo en media hora, porque había otra persona que había caído en la trampa de la limpia.

En poco tiempo, una persona de menuda estatura ingresa al cuarto. Caminaba extraño, como el galope de un caballo.

-Hola, soy Alfonso Potrillo.

-Claro, no lo dudo –le dijo Malagüero, luego de darse cuenta del extraño andar de aquella persona.

-A ver mi Potrillo, ¿qué lo trae por acá?

-¡Pues las patas! –dijo, con tono burlón.

-Me refiero a cuál es el motivo de su visita…

-¡Ah! Mire, lo que pasa es que ya estoy cansado de mi trabajo de agricultor. ¿Sabe? Me gustan mucho las uvas.

-¡Fantástico! Es decir que usted tiene un viñedo…

-Sí, muchos. También tengo tequila.

-¡Pero asombroso! Espero que algún día me pueda invitar a sus fincas.

-¿Cuáles fincas?

-Usted acaba de decirme que es agricultor, que tiene muchos viñedos y que también se dedica al procesamiento de tequila.

-¡Qué va! Lo que pasa es que soy dueño de una cantina que queda a tres cuadras de aquí.

-¿Es usted loco de nacimiento?

-No, claro que no. Lo cierto es que hay personas que les da por nacer chiflados, y a otros que les da por nacer a mediados de septiembre.

Malagüeño, al darse cuenta de que no iba a llegar a nada con el destornillado de Potrillo, decidió apurar el trabajo.

-¿Quiere que le haga una limpia?

-¡Cómo cree! Ni que tuviera yo esos modales. Ahora, si me baña la chica de al lado, pues bienvenida sea.

Potrillo no dejaba de frotarse las manos, maliciosamente.

-Mire, no tengo tiempo qué perder. ¿Qué quiere que le haga?

-Quiero que haga mi sueño realidad –Potrillo miró hacia su derecha, como si dibujara su ideal en la parte superior de la pared tiznada por el denso humo que brotaba a diario de las candelas.

-¿Cuál es su sueño?

-Quiero ser como el vaquero de las películas del Oeste: El llanero con solitaria. –El loco se quedó pensativo por breves instantes-. No, el llavero sanitario… Tampoco; el soltero llanitario… Bueno, ése.

Malagüero se limitó a verlo con desdén.

-Bueno, si quiere, yo le vendo una finca a un muy buen precio –aprovechó el brujo-. También soy corredor.

-¿De verdad? ¿Y cuánto hace en la Maratón de la San Silvestre?

El pobre brujo cada vez estaba más desesperado, pero continuaba lidiando con el loquito.

-Quiero decir que me dedico al negocio de los bienes raíces.

-¿Y a cómo la docena de yuca?

Hastiado, Malagüero decidió dar por terminado cualquier tipo de negocio. Igual, lo más probable es que no le pagara un solo centavo.

-Señor Potrillo, mejor váyase de aquí. Allá afuera habrá otro brujo que le ayude.

-Está bien, está bien.

Pobre diablo, pensó el famoso brujo de Samayac. Y Potrillo salió por la puerta, pero ahora no lo hizo como el galope de un caballo, sino haciendo un ruido con su boca: “Clinc, clinc, clinc…”Todavía el chiflado volvió a ver a Malagüero y le dijo: “Son mis espuelas las que están sonando”. Luego, cerró la puerta.

-Ni un solo centavo –repitió el hechicero, esta vez en voz alta.

A la salida del misterioso lugar de Teodoro Malagüero, esperaba una lujosa camioneta negra al loco de Potrillo; era poseedor de una enorme fortuna.

1 comentario:

Boris Campos, José Cabrera, Horacio Martínez y Ricardo Quintana dijo...

Colocho... cuando haces algo por primera vez no esperés la perfección, de mi parte te digo: me sacastes dos.. tres... carcajadas leyendo tu comedia... te felicito